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Carta Abierta a la Corte de la Suprema Desvergüenza


“He sido violentamente torturado en Guerrero (paraje rural cercano a San Salvador de Jujuy donde funcionó un campo de concentración en la dictadura del ´76 al ´83)… me sacaron los intestinos por la cola…”

Una sola frase, la transcripta, que pertenece a la declaración de un testigo/víctima del Tercer Juicio por la Verdad desarrollado en Jujuy donde la devaluada Justicia argentina condenó con 30 años de atraso a un grupo de represores que hoy celebran con alborozo su posibilidad de vuelta a la impunidad, inspiran estas líneas a quien, como Vicente, el entonces joven universitario torturado y preso tras la trágica “Noche del Apagón” en Ledesma, le tocó ser protagonista del “Vuelo 718 Operación Aire” que motivó ese juicio. Y naturalmente, también, testigo/víctima.

Después de aquel martirio del siniestro “Vuelo 718” volví a encontrarlo aquí en Salta, con su esposa, contándome que el destino lo trajo a Vaqueros, cuando buscó para huir de las jaurías, un nuevo lugar en el mundo. Fue en el Shopping y él me reconoció. Quedó en llamarme. Llevó mi número telefónico y dirección. Aún lo espero. Y sabe que lo abracé con tanta emoción como con ansias por sentirlo amigo. Un vínculo indestructible de mi vida.

Vicente L. C., al que en alguna de mis notas sobre aquel Tercer Juicio por la Verdad en Jujuy describí como casi niño, de mirada triste y de terror más que justificado por su historia de tortura, contó ante el Tribunal Oral Federal de Jujuy II que fue detenido junto con otros estudiantes universitarios de Libertador San Martín, algunos de ellos desaparecidos; y torturado en el Centro Clandestino de Detención "Guerrero". Relató que por orden del cabo de Ejército, al que identificó como de apellido Martínez, a quien conocía porque había sido su superior cuando hacía el servicio militar, fue quien ordenó que lo torturaran.

El testimonio de Vicente sobre la presencia de efectivos del Ejército en Centro Clandestino de Detención de Guerrero echó por tierra declaraciones de militares en el sentido de que miembros de esa fuerza nunca habían torturado a presos políticos, por lo menos en Jujuy.

Y repito sus palabras: “He sido violentamente torturado en Guerrero, me sacaron los intestinos por la cola” fue la expresión del testigo víctima, quien también estuvo a bordo del avión Hércules que trasladó a Buenos Aires a los 90 detenidos, para ser alojados los hombres en el Penal “Modelo” de La Plata y las mujeres en la cárcel de Villa Devoto. Dos campos más de concentración.

El tardío proceso no pudo borrar la memoria encendida de los pueblos y mucho menos de los que padecieron la barbarie de los dictadores.

Por eso es que hoy, cuando Argentina, América y el mundo se conmueven por el disparo al corazón que implica el fallo del 2 x 1 a favor de represores genocidas dictado con votos divididos por la Corte Suprema de Justicia de la Nación que así ultraja al extremo su Majestad largamente perdida, este cronista, por un imperativo de conciencia no puede dejar de comentarlo y repudiarlo.

Ello, a plena conciencia que vendrán también sus defensores juristas de palabra académica autorizada, así como sus letrados y sus leguleyos de coincidencias ideológicas, resabio del autoritarismo que el pueblo argentino sentenció con un histórico ¡Nunca Más!

Desde el dolor de un país aún sangrante tras aquella la peor noche trágica de su historia, vaya este pensamiento en defensa de una verdadera Verdad y Justicia, y la reparación irreemplazable del cumplimiento de las condenas ya dictadas y las tantas que restan y seguirán faltando mientras se mantengan los pactos de silencio de los criminales que -por ejemplo entre miles- perpetraron el magnicidio del gobernador constitucional de Salta Miguel Ragone, y los crímenes de lesa humanidad como los de los desaparecidos, los niños despojados de su identidad, el latrocinio, la tortura, la degradación del ser humano.

Que respondan con sus bibliotecas. Este alegato es el del ser humano como mi amigo y compañero de martirio Vicente. Como el de mis 90 compañeros del “Vuelo 718 - Operación Aire” que mereció una quincena de condenas.

De la nómina de posibles beneficiarios de esta aberración de la Corte de los Supremos prevaricadores del año 2017, logré hallar uno que si este fallo se sostiene pronto transitará las calles nuevamente, pero sin itakas, ni picanas eléctricas ni secuestradores a bordo de sus Falcon verdes sin patentes. Eso sí, seguramente con sus anteojos negros. Color de sus almas.

Y de seguro que volverán a mofarse de no haberse arrepentido jamás; de haber mantenido su pacto de silencio más propio de las mafias que del supuesto honor de sus carreras; de habernos torturado bestialmente; de habernos convertido las espaldas en ese avión maldito que no se cayó aunque lo rogábamos a todos los dioses en cuajarones de sangre; de habernos orinado caminando sobre nuestros cuerpos encadenados al piso del Hércules con el escudo argentino; de habernos obligado a garrotazos a que les cantáramos Viva Jujuy o Zamba de mi Esperanza o Debajo de la Morera mientras seguían su fiesta de demencia y alcohol.

Será por el 2x1.

Tal vez.

Dependerá de nosotros mismos.

Supuesto -el de esa libertad consagratoria de la impunidad- que configuraría la legalización de un agravio de la Argentina en democracia a nuestra propia Constitución Nacional y los tratados internacionales que con su espíritu se suscribieron con los más altos tribunales defensores de los Derechos Humanos del mundo.

La información anticipa que podrían recibir este malparido “beneficio” unos 700 o 750 represores del genocidio.

Fue Vicente o cualquiera de sus compañeros que llegaron destruidos del campo de concentración de “Guerrero”, allá en la “Tacita de Plata”, quien me relató detalladamente la sanguinaria tortura. Que debo mencionarla con un ejemplo durísimo, por si existiese algún incrédulo, como el que nos hiere cuando recuerda aquello de “los intestinos saliendo…”.

Me dijo que les introducían tenedores…

Ese párrafo vaya para los señores cortesanos.

Y subrayo: No digo señores ministros de una Corte Suprema de Justicia de una Nación.

Testigo y víctima Vicente: “Ni

los animales se comportan así”

“Con los testimonios recogidos en el Tercer Juicio por la Verdad en Jujuy, los testigos/ víctimas aseguran que el 7 de octubre de 1976 los 90 detenidos fueron entregados en la puerta del penal por agentes penitenciarios provinciales a efectivos del Ejército que los trasladaron hasta el aeropuerto.

Cuando comenzó el ascenso al avión Hércules, los detenidos pasaron a depender de efectivos del Servicio Penitenciario Federal, quienes los torturaron durante las tres y cuatro horas que duró el viaje.

El testigo víctima (la crónica se refiere a Vicente L.A. que evoca el editorialista hoy) recordó a amigos como Juan Jarma, Rubén Canseco ,”Gallito” Cabrera detenido junto a él, a los que torturaron e “hicieron desaparecer”, todos estudiantes jujeños en Tucumán.

Recordó también que lo hicieron “firmar una declaración bajo tormento”, y que sus torturadores “nunca se van a olvidar qué clase de seres humanos son; ni los animales se comportan así”.

(Fuente: Crónicas periodísticas sobre el 3er. Juicio por la Verdad en Jujuy - 2014)

Así surge de los testimonios vertidos en el juicio por el operativo Aire 718

Detenidos en el Apagón fueron torturados en los CCD y en un avión, por penitenciarios y militares

La justicia de Jujuy escuchó hoy nuevos testimonios en el tercer juicio de lesa humanidad por delitos cometidos durante la última dictadura, que tiene como imputados a

12 agentes del Servicio Penitenciario Federal y a un oficial del Ejército, acusados de privación ilegítima de la libertad, torturas y tormentos a 90 personas de las cuales 12 eran mujeres, quienes padecieron una feroz golpiza en el denominado Operativo Aire 718. Las víctimas fueron sacadas del Servicio Penitenciario de Jujuy el 7 de octubre de 1976, trasladadas hacia el aeropuerto jujeño de El Cadillal, y desde allí en un avión Hércules del Ejército a Buenos Aires, en el denominado Operativo Aire 718.

Vicente Lino Cáceres, testigo víctima, dijo ante El Tribunal Oral Federal de Jujuy II que fue detenido junto con otros estudiantes universitarios de Libertador San Martín, algunos de ellos desaparecidos, y torturado en el Centro Clandestino de Detención "Guerrero". Relató que por orden del cabo de Ejército, al que identificó como de apellido Martínez, a quien conocía porque había sido su superior cuando hacía el servicio militar, fue quien ordenó que lo torturaran.

La declaración de Cáceres sobre la presencia de efectivos del Ejército en CCD de Guerrero echa por tierra declaraciones de militares en el sentido de que miembros de esa fuerza nunca habían torturado a presos políticos, por lo menos en Jujuy.

“He sido violentamente torturado en Guerrero, me sacaron los intestinos por la cola” fue la expresión del testigo víctima, quien también estuvo a bordo del avión Hércules que trasladó a Buenos Aires a los 90 detenidos, para ser alojados los hombres en el Penal Modelo de La Plata y las mujeres en la cárcel de Villa Devoto.

Cáceres hizo otro aporte para el conocimiento del hecho vinculado con el traslado de los presos cuando dijo que en el aeropuerto jujeño vio a otro suboficial del Ejército, el sargento Cabaña.

Con los testimonios recogidos hasta el momento en la Causa Marengo 1 y 2, los testigos víctimas aseguran que el 7 de octubre de 1976 los 90 detenidos fueron entregados en la puerta del penal por agentes penitenciarios provinciales a efectivos del Ejército que los trasladaron hasta el aeropuerto.

Cuando comenzó el ascenso al avión Hércules, los detenidos pasaron a depender de efectivos del Servicio Penitenciario Federal, quienes los torturaron durante las tres y cuatro horas que duró el viaje.

El testigo víctima recordó a amigos como Juan Jarma, Rubén Canseco ,”Gallito” Cabrera detenido junto a él, a los que torturaron e “hicieron desaparecer”, todos estudiantes jujeños en Tucumán. Recordó también que lo hicieron “firmar una declaración bajo tormento”, y que sus torturadores “nunca se van a olvidar qué clase de seres humanos son; ni los animales se comportan así”.

En la audiencia de hoy también declararon Juan Héctor Guerra, tornero en ingenio La Mendieta; Juan Toribio Giménez, remisero, quienes recordaron la violencia en la cárcel y las golpizas que padecieron durante el viaje, lo mismo que Miguel Ángel Flores. Asimismo, volvieron a declarar Raúl Bartoletti, Sara Murat y Gladys Urtunduaga, y lo hicieron sobre preguntas específicas en torno a los encargados y custodios de la salida del penal y el traslado en vehículos del Ejército al aeropuerto.

Los imputados en este juicio, que comenzó el 6 de noviembre pasado, son el teniente coronel Domingo Horacio Marengo, Osvaldo Chiaparo, Juan Héctor Guenchal, Jorge Néstor Ibáñez, Rogelio Mason Iglesias, Arnaldo Ezequiel Jorge, Eduardo José Juárez, Ricardo César Juárez, Juan Carlos Pugni, Jaime Oscar Quintela, Cristóbal José Antonio Retamoso, Andrés Aldo Savorani y Rubén Eduardo Zinc.

La mayoría de las víctimas fueron secuestradas en la denominada Noche del Apagón y eran de Libertador General San Martín, Calilegua y El Talar, localidades jujeñas donde fueron detenidas ilegalmente unas 400 personas, de las que casi un diez por ciento están desaparecidas. Las detenciones ocurrieron entre el 20 y 27 de julio del año 1976 y se utilizaron vehículos de fuerzas conjuntas y de la empresa Ledesma, en los que los apresados fueron trasladados primero a varios centros clandestinos de detención y luego a la cárcel de Jujuy, convertida también en CCD.


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